Con el devenir de las civilizaciones el ser humano ha debido comunicarse constantemente como parte de su esencia social, utilizando para ello fonemas lingüísticos que constituyen un idioma.
Los idiomas en el mundo tienen su raíz en el ProtoIndoEuropeo (PIE) una lengua ancestral que, de acuerdo con la linguística histórica, derivó en las posteriores lenguas indoeuropeas. De allí proviene la diversidad de raíces lingüísticas existentes como el sánscrito, el griego clásico, el latín, el germánico y las demás lenguas indoeuropeas.
La necesidad de comunicación entre una y otra lengua genera la aparición del traductor para que convierta el mensaje de la lengua original, de forma comprensible, a la lengua de destino. En este sentido, el proceso por el cual un texto escrito pasa de un idioma a otro, se denomina Traducción.
A su vez, cuando ese mismo proceso se realiza por medio de la oralidad y de forma instantánea, se denomina Interpretación. Así, tanto la Traducción como la Interpretación, son recursos linguisticos que sirven para intermediar entre idiomas y culturas distintas.